Mi cuerpo anda,
sigue andando,
entre climas y vegetaciones.
Mi mente detecta nuevos colores,
olores, costumbres y gente.
Sonríen los arboles.
Sonríen los puentes.
Mi corazón aún sigue en aquel puerto
estancado,
mirándote entre reojo.
Vi tu piel sobre la mía...
Que placer esa tarde tibia!
Que placer! Pensé.
Entre nuestro silencio
existían los celos de miedo a perderte,
el enojo en mis mejillas,
pero tu mano aún rozando la mía,
y el amor incesable
que contemplaba el paisaje,
al honor de tu compañía.
Gabriela Q. Nemitz
Nenhum comentário:
Postar um comentário